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LANNIC ANN OD, EL ROMPE CUELLOS

  El Lannic-ann-ôd es una criatura asociada con el espíritu de un marino muerto en el mar, por lo que se lo suele mencionar situado en las costas británicas, rondando entre las rocas y alrededor de los faros. Se lo llama pequeño John, que sería la traducción de su nombre.  

Este monstruo, tiene aspecto de zombi y posee una especie fuego a su alrededor como aura, se sabe que está cerca cuando se oye a lo lejos su pronunciación, algo parecido a “iou”, su sonido característico.

  Los mitos cuentan que, si se lo escucha y se repite ese sonido, el Lannic-ann-ôd pega un salto enorme hasta una distancia media entre ser el humano que le haya devuelto el “iou”, si se pronuncia por segunda vez, este monstruo pega otro salto hasta una distancia más corta entre la persona y él.

  Si se repite por tercera vez el “iou”, el pequeño John se cansará de que te burles de él y ejecutará un último salto hasta quedar pegado a ti y te quebrará el cuello. Imagínate, te vas de viaje, paseas en las costas británicas con tu chica, y de pronto, escuchan el sonido de la horripilante criatura y comienzan a repetir el sonido tres veces por lo ebrios que quedaron después de una velada romántica, no sería realmente el final feliz que esperaban esa noche.

BANSHEE, EL HADA DE LA MUERTE

  Las banshees eran hadas oscuras que circulaban en las noches frías y neblinosas, durante las cuales, sus sigilosos pasos eran imposibles de captar. Estas criaturas, eran muy famosas en las historias de Irlanda, país que acogió fuertemente la mitología celta, y se las caracterizaban por anunciar la muerte de aquel que oyera sus lamentos o las viera reflejadas en su ventana, o también, la partida de un ser querido o un familiar.

  Sus gritos y lamentos, eran tan estremecedores y potentes, que eran capaces de romper vidrios y hasta de ahuyentar a los curiosos.  Su apariencia, era como la de una dama con mucha presencia y elegancia, con un vestido negro y largo que arrastraba desde los lagos más profundos y oscuros desde los cuales ascendían.

  Existe una historia irlandesa, en la cual, un granjero de Galway trató atrapar a una banshee y murió minutos después del fallar en el intento. Su hijo, heredó la granja, que nunca llegó a prosperar, sus cultivos marchitaban y emanaban un olor horrendo, a podrido.

 Éste tuvo a su vez cuatro hijos, todos discapacitados mentales, y acabó muriendo de un terrible cáncer, pues, el que intentaba algo en contra de estas hadas, además de morir, recibiría una maldición que se transmitiría a través de sus generaciones.

  La banshee más conocida de los mitos, fue Aoibheall, que apareció frente al jefe del ejército del rey irlandés, Dunlang O'Hartigan en el año 1014. Ella, le rogó que no participara de la guerra que se aproximaba, prometiéndole a cambio vivir doscientos años y plena felicidad. O'Hartigan, era el principal lugarteniente del rey, así que repelió la oferta con su dignidad guerrera, por lo que Aoibheall  predijo entonces la derrota del ejército irlandés y también su muerte, junto a la de su hijo y la del propio rey. La profecía se cumplió y se pudo oír a la banshee aullando con fuerza por los irlandeses caídos en la batalla al atardecer.

Fuente: elmundodelamitologíacelta.blogspot.com

PÚCA

  Un púca (espíritu o fantasma en Irlanda), o phooka, es en esencia una criatura del folclore irlandés. Considerados como portadores de buena suerte que auxilian o suelen jugarles bromas a las comunidades costeras y rurales. Estos espíritus, son mutables y pueden adoptar la apariencia de animales tales como, caballos, cabras y conejos. También pueden tomar forma humana, pero manteniendo características de animales, como orejas o cola.

Por lo general, este ser toma la forma de un elegante caballo negro de luminiscentes ojos dorados. Si un humano subía al lomo de un phooka transformado en caballo, se llevaba un buen susto, ya que el púca, comenzabá a correr salvajemente. Según folcloristas, el único hombre que pudo montar sobre un phooka fue Brian Boru, un rey de Irlanda, usando una brida especial que contaba con tres pelos de la cola de esta criatura.

  Los púcas, tenían la capacidad de hablar y se han conocido casos en los que han aconsejado a humanos para evitarles algún mal. Aunque estos espíritus disfruten confundiendo y asustando a los humanos, se los considera de naturaleza benevolente. En algunos lugares, lo segadores dejan una pequeña parte de la cosecha como tributo a estos seres. No obstante, el primer día de noviembre es el día del púca, y el único del año en el que se puede esperar que se comporten civilizadamente.

   Una historia relata que antiguamente los phookas eran muy numerosos, de mentes malvadas y que aparecían como potros salvajes con cadenas colgando sobre ellos, atacando a los viajeros incautos. Además, se advertía a los niños de que no comieran moras maduras, porque esto era una señal de que el pooka les había ensuciado.

  Una historia narra cómo el hijo de un granjero llamado Phadraic se dio cuenta de la invisible presencia de un phooka que le rozó, entonces el joven, lo llamó y le ofreció como regalo un abrigo. Este ser apareció como un novillo, y le dijo que fuera al viejo molino al anochecer, y a partir de ese momento, un grupo de púcas fueron llegando en secreto por la noche y realizaban todo el trabajo moliendo el maíz y fabricando harina.

  Phadraic se quedó dormido la primera vez, pero las siguientes noches se escondió en un cofre para observarlos, y, viendo sus esfuerzos, les regaló un traje de fina seda. Esto hizo que inesperadamente las criaturas dejaran de trabajar. Pero para entonces, la riqueza del agricultor le permitió retirarse y dar una buena educación a su hijo. Años más tarde, en la boda de Phadraic, el phooka le dejó como regalo un cáliz de oro lleno de bebida que, evidentemente, aseguró su felicidad.

Fuente: grimoriodebestiasblogspot.com

LEPRECHAUN

  Estos seres mitológicos, son los famosos duendes irlandeses, a los que familiarmente se los reconoce por tener en su dominio grandes cantidades de oro, el cual conseguían por ser zapateros de las hadas y los elfos. Los leprechaun, tenían una debilidad, podían ser atrapados con una mirada, cuando alguien dejaba de verlos fijamente, se esfumaban.

 Este truco, ha sido una de las tantas alternativas para muchos en busca de riqueza como método para adquirir el metal noble en grandes ollas que estos salvaguardaban en sus escondites, pues, eran seres muy ricos, por eso, poseían la dualidad de ser individuos espirituales y materiales.

  Existe un cuento popular que comienza con un viajero que siguió el sonido distorsionado de un martillo hasta el bosque del cual provenía, cuando se adentró más y más entre los árboles, se fue acercando a un leprechaun. Mientras aquel hombre se aproximaba a la criatura, ésta se percató de que lo habían descubierto y se mostró amable, hasta que su visitante solicitó que le divulgara dónde yacía el oro.

 Luego de hacer un berrinche, negó poseer el metal precioso y señaló un imaginario enjambre de abejas o un árbol a punto de desplomarse, para distraer a su captor. En el mismo instante en que el humano le quitó los ojos de encima, el leprechaun desapareció.

 Se menciona que tenían otros trucos para escapar, tales como volverse sorprendentemente generosos y, en un abrir y cerrar de ojos, comprar su libertad con una bolsa repleta de monedas de oro. La treta en esto, se encontraba en que su regalo desaparecía por completo al escapar de la mirada de un hombre.

  Hay otra historia en la que un granjero se encontraba trabajando en sus tierras y descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja. Convencido de que se trataba de un leprechaun, el hombre lo capturó enseguida en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro.

 El leprechaun sólo deseaba que le liberara, por lo que enseguida le reveló que su tesoro se hallaba oculto debajo de un arbusto cercano. Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de otros idénticos.

 Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado. Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el duendecillo le dijo que ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió su libertad. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro, pero cuando regresó al campo a los pocos minutos, todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos.

Fuente: wikipedia

LOS ELFOS

   Según los celtas, los elfos eran humanoides de apariencia frágil y delicada que vivían durante cientos de años. Es difícil explicar cosas acerca de estos seres, porque no son espíritus, ni ángeles, ni humanos, pero, sin embargo, tienen algo de todos ellos y más en lo que se menciona dentro de sus características, aunque se les puede dar el nombre genérico de elementales o espíritus de la naturaleza.

  Estos seres mitológicos, en cuanto a su apariencia, poseen rasgos finamente tallados y delicados, con orejas puntiagudas, piel pálida y ojos almendrados, que los hacen bastante distinguibles de los hombres, además, hablaban con tonos melódicos.

  Aunque parecen frágiles y débiles, eran descritos como criaturas rápidas y fuertes que  vivían a menudo por encima de los 1.200 años, aunque mucho antes de este tiempo se sentían impulsados a abandonar los reinos de los hombres y los mortales.

 Un elfo, se mueve con gracia y delicadeza, de un modo tan sutil y silencioso que a veces es imperceptible su presencia, según los escritos y antecedentes mitológicos. Este hecho, les permitía seguir con sigilo a un enemigo al que quería espiar, o para facilitar un ataque por sorpresa. Un elfo podía resultar prácticamente invisible en un bosque.

mundoceltablogspot.com.ar

LAS HADAS

  Las hadas, siempre fueron conocidas en todas las culturas y mitos del mundo, en todas las épocas se las describió como mujeres pequeñas con alas, a veces altas, o incluso de una estatura normal, similar al ser humano. Son seres de luz, aunque suelen tener contrapartes, también existen hadas oscuras, que suelen relacionarse con el fin de la vida.

   Existe un mito que nació en el sur de Gales en lo alto de las montañas negras, donde hay un misterioso lago. Se cuento que, muy cerca de allí, en una humilde granja, moraba una viuda con su hijo, Dafydd, quien acostumbraba a llevar el rebaño a pastar junto al lago. Cierta mañana, el joven se sorprendió al ver brotar de las aguas a una hermosa joven de piel muy blanca y larga cabellera rubia que comenzó a peinarse haciendo servir la superficie del lago como espejo.

  Maravillado, Dafydd, aproximó sin saber que hacer y le ofreció su desayuno, un pedazo de pan y un trozo de queso. El hada se le acercó andando por encima del agua, pero, aunque sonreía, no aceptó el presente y le dijo que no era con un mendrugo de pan seco cómo la conquistaría, y así, la fémina mística desapareció dentro de las aguas del lago.

  De regreso a la granja fue a contarle a su madre lo sucedido y ella le recomendó que, la próxima vez, le llevara masa de pan a la mágica criatura. El consejo fue escuchado por Dafydd y al siguiente día corrió al lago con su rebaño. La estuvo esperando horas y horas y al atardecer, cuando ya desesperaba, el hada compareció, más bella que el día anterior si cabe, y Dafydd le ofreció de nuevo su presente, rehusándolo ella otra vez, con el añadido de sus enigmáticas palabras de que no era con masa de pan cómo la conquistaría.

  Desolado, regresó el joven a la granja y entonces su madre le aconsejó que probara llevándole un pan a medio cocer. Daffyd madrugó muchísimo para estar cuanto antes en el lago a la mañana  siguiente, aunque lo hizo en vano, porque las horas fueron transcurriendo y el hada no se presentaba.

  Llegó la noche y él se iba a marchar muy apesadumbrado cuando vio que avanzaban sobre las aguas del lago varias vacas negras y detrás surgió ella. Daffyd corrió a su encuentro metiéndose en el lago, le ofreció por tercera vez el pan y el hada aceptó sonriente. Él estaba tan emocionado, que bajó la vista sin saber que decir, descubriendo en ese momento que ella mostraba roto un lazo de su sandalia izquierda.

   Daffyd, reunió todo su valor, y le dijo al hada del lago que se había enamorado de ella y le rogó que consintiera en ser su esposa. Semejantes palabras la sorprendieron, pero, después de escuchar durante mucho rato las apasionadas palabras del joven, aceptó tomarle por marido, con una condición, que jamás lo dejaría, y que ella se cortaría la mano de hacerlo, pero que, si él la maltrataba de obra y de palabra tres veces, lo dejaría para siempre.

  Daffyd pensó que el hada se había burlado e intentó quitarse la vida, así que trepó a una alta roca y, cuando iba a tirarse de cabeza al lago, escuchó una fuerte voz que exclamaba bajar y acercarse al receptor del mensaje. El joven, miró hacia abajo, descubriendo a un anciano caballero de noble aspecto al que acompañaban dos lindas doncellas, y olvidando sus propósitos suicidas, descendió. Aquel hombre era el padre del hada del lago, y le dijo que tenía su consentimiento para casarse con ella, pero que primero debía distinguir cual de las dos doncellas era.

   Dafydd, se sintió muy seguro de su victoria, sin embargo, en cuanto contempló a las dos hermanas, se dio cuenta de su error, ya que ambas eran tan idénticas que parecían gemelas, e incluso vestían y peinaban de igual manera. Muy desalentado, estaba a punto de darse por vencido cuando una de las dos hizo un imperceptible movimiento con el pie y al fijarse pudo él advertir que calzaba la sandalia rota de su amada aparición. ¡Esta es!, exclamó jubiloso Dafydd, tomándola de la mano.

  Muy bien -dijo el anciano-, has elegido correctamente. Te la doy por esposa con una espléndida dote de vacas, cabras, ovejas, cerdos y caballos. Ahora bien, no tienes que olvidar que si llegas a maltratarla de obra por tres veces y por tres veces le gritas, regresará al fondo del lago conmigo y nunca más la volverás a ver.

   Dafydd juró y perjuró que él no haría jamás semejante cosa, pues antes se cortaría una mano que hacerlo, como dijo el hada, y el trato quedó cerrado desapareciendo el padre con su otra hija, y marchándose Dafydd y su prometida con la escolta de un inmenso rebaño que, brotando de la nada, les siguió mansamente hasta la granja.

  El hada del lago y el joven se casaron al poco tiempo y fueron muy felices durante varios años. Un día, Dafydd y su esposa, tuvieron que ir a una boda que se celebraba en el pueblo más próximo, que se hallaba lejano para ir a pie. A medio camino, su esposa se quejó del cansancio y el marido fue a buscar un caballo. Como ella le había pedido que le trajese los guantes, olvidados al salir, Dafydd regresó con montura y encargo al  mismo tiempo.

 Para su sorpresa, ella le dijo entonces que ya no quería ir a la boda, “porque era mejor así”, lo cual enfadó mucho a Dafydd, quien, sin poderse contener, la abofeteó con los guantes mientras le gritó -¡Por supuesto que irás, ya estás montando en el caballo inmediatamente!

  Ella subió al caballo y le advirtió con tristeza que era la primera bofetada que le pegaba, y si la maltrataba de obra o palabra dos veces más, ya sabía lo que sucedería, Dafydd recapacitó entonces acordándose de su juramento y se prometió a sí mismo no volver a maltratar a su esposa nunca más ni de obra ni de palabra. Transcurrió el tiempo, y fueron de nuevo invitados, en esta ocasión a un bautizo. Estaban en medio de la fiesta, todos muy contentos y brindando a la salud del recién nacido, cuando el hada del lago se echó a llorar con desconsuelo, mirándola todos muy sorprendidos.

  -¿Por qué lloras? -quiso saber Dafydd, a lo que ella repuso en voz lo suficientemente alta para que todos la oyeran:

-Lloro por la suerte de este pequeñín cuyos días sobre la tierra van a ser muy cortos.

 Los asistentes se quedaron desagradablemente impresionados, sobre todo los padres del niño como es de imaginar, y Dafydd, que por otra parte había bebido más de la cuenta, que la agarró por los hombros sacudiéndola con rudeza.

-Pero, ¿qué dices, es que te has vuelto loca? -gritó.

Ella, con las lágrimas resbalándole por las mejillas, le dijo:

-Recuérdalo, me has maltratado de obra y de palabra por segunda vez, si lo haces una tercera ya sabes lo que sucederá.

Dafydd se asustó mucho al oírla y prometiéndose a sí mismo, que nunca más volvería a maltratar a su esposa ni de obra ni de palabra.

  Transcurrió el tiempo, no demasiado, y un mal día fueron llamados al entierro de aquel niñito cuya desaparición había predicho el hada del lago. Se hallaban todos en tan triste reunión, cuando en el momento en que bajaban el ataúd a la fosa, ella se echó a reír alegremente en medio de la consternación general:

-¿Qué estás haciendo, desgraciada, es que no tienes en cuenta el dolor de estos padres? -exclamó su marido horrorizado, a lo que ella redobló sus risas.

Escuchando aquello Dafydd, sin pensárselo dos veces, le cruzó la cara con un par de bofetadas, y en ese preciso instante comprendió lo que acababa de hacer.

El hada del lago dejó de reír y contemplando con tristeza a su marido, le dijo:

-Mi risa la producía la alegría de saber que este pobre niñito había dejado de sufrir por causa de su enfermedad… Esposo mío, me has maltratado de obra y de palabra por última vez. Todo ha concluido entre nosotros y no volverás a verme. Adiós.

  Y así diciendo el hada desapareció y Dafydd nunca más volvió a verla, lo que le originó tan grande dolor y arrepentimiento que un día se metió andando en el lago hasta que el agua le cubrió por entero sin que su cuerpo fuera encontrado jamás.

Fuente: irlandairlanda.wordpress.com

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