El rey del zodiaco, deja su brillo por donde pasa, es ese que se distingue a lo lejos y de cerca, es aquel que le da igual si tiene que cazar solo, pero siempre, tiene que tener al menos un seguidor en su vida, necesita que lo admiren, por su excentricidad, por sus exagerados y sobresalientes detalles.
Cuestionado siempre por todos, también admirado, pero cuando no abunda la envidia alrededor, no sabe perder, siempre busca ganar y prefiere el pragmatismo y tardar antes de que las cosas le salgan mal de entrada, ruge si algo no sale como quiere. Así es el león, así es Leo.
Este signo, le debe la personalidad del rey de la selva al León de Nemea, una bestia poderosa y enorme que acechaba en dicha cuidad. Aquel león, tenía a los habitantes aterrorizados, ya que ningún arma podía matarlo, ni lanzas, ni flechas, debido a que su piel era indestructible.
Heracles (llamado así por los griegos y Hércules por los romanos), tuvo que matarlo como primera tarea de sus doce trabajos frente al servicio del rey de Argólida, Euristeo, como castigo por matar a su esposa e hijos cuando la diosa Hera lo enloqueció.
El famoso héroe, viendo que no podía atravesarlo con ningún arma, utilizó su enorme fuerza para estrangular a la bestia, y así, pudo matarla. Luego, sacó la piel del animal con las propias garras de la bestia (como le recomendó Atena transformada en anciana) y la usó como armadura en combate.
Zeus, en reconocimiento a Heracles, puso al León de Nemea en el cielo como constelación por el éxito de su hijo en aquella tarea. De esta manera, nace la constelación de Leo.