
INFRAMUNDO
El Inframundo es el lugar al cual las personas iban después de morir, era el reino del dios Hades. Una vez que perecían, los difuntos se encontraban con un río de lava que llegaba hasta las puertas del Averno sobre el cual se podía navegar sobre la canoa de Caronte, el barquero de la muerte, quién debía recibir el pago de dracmas, que se le ponían en los ojos al cadáver de la persona y que este recibía a cambio de llevarlos a la entrada del Hades. Se dice también que no era sólo un río, sino cinco.
Estos eran, el Aqueronte, lleno de niebla y fangoso, el Flegetonte, un río de lava y fuego, el Cócito, en el cual vagaban aquellos que no podían pagarle a Caronte, el Estigio, el río más largo, daba vueltas alrededor del Inframundo, y el leteo, del cual bebían las almas que estaban por reencarnar para olvidar sus antiguas vidas.
Una vez frente a las puertas del Tártaro, los muertos se topaban con Cerbero, el perro de tres cabezas que no protegía de que entraran, sino de que no se escaparan de él. Una vez que se cruzaba la puerta, había que pasar por los tres jueces, Minos, Radamantis, y Eacos.
Si el difunto había pecado de gran forma, era enviado ahí mismo, al Tártaro, algo parecido al infierno cristiano, sólo que no había fuego, solamente era un lugar oscuro y profundo en el cual las almas de ladrones, asesinos y corruptos eran castigadas. Si había vivido de forma equilibrada, sin haberse inclinado ni al concepto del bien o el mal, era llevado a la segunda subsección del Inframundo, los Campos de Asfódelos, lugar neutral y fantasmal en el que había campos con flores asfódeloideas, comida favorita de los muertos.
Por último, estaba la tercera parte del Averno, los Campos Eliseos, aquí llegaban las almas de los héroes, semidioses o miembros del ejército griego, lo cuales habían llevado a cabo una vida digna y honorífica, aquí, descansaban en paz y disfrutaban de todo tipo de placeres para toda la eternidad, era el equivalente al cielo cristiano.
ARTÍCULO PERIODÍSTICO
En el 2013, unos arqueólogos italianos encontraron el lugar que los griegos y romanos creían que se dirigía hacía el Inframundo, en un lugar llamado Hierápolis, situado en Turquía.
Precisamente esa es una de las características que posee la cueva que ha descubierto el equipo del profesor de la Universidad de Salento, Francesco D'Andria, tras una amplia investigación arqueológica en Hierápolis.

Además, encima de unas columnas situadas en la entrada de la cueva podía leerse una inscripción dedicada a los dioses del inframundo. Según narra el arqueólogo, durante la excavación vieron cómo varios pájaros morían asfixiados cuando trataban de acercarse a la entrada de la cueva, de la cual emanan abundantes gases letales. Quizá sea una advertencia de Plutón para que no se cruce la entrada y se rompan casi dos milenios de tranquilidad.